-.VIRUELA EN EL BARRIO DE MONTE CASTRO.-

“La Abeja Argentina” Nro. 14 _- Buenos Aires, 15 de Junio de 1823.
MEDICINA

p.188: PUSTULA MALIGNA (*). A principios del mes pasado, el tribunal de medicina, como encargado de velar sobre la salud pública, representó al gobierno, que en el Monte de Castro distante tres leguas de esta ciudad, había aparecido la pústula maligna, y pidió que se nombrase una comisión, que trasladándose inmediatamente a aquel punto tomase conocimientos sobre las causas que puedan haber producido dicha enfermedad, y propusiese los medios de destruirlas. El gobierno nombró sobre la marcha a este efecto al prefecto del departamento de medicina y al médico de policía, quienes a su regreso expusieron; que por las nociones que habían adquirido del vecindario de citado punto y sus inmediaciones, la pústula maligna se dejó ver a fines de abril sobre el ganado vacuno, de cuya especie murieron algunos individuos; que el contagio pasó de /
p.189: estos a los hombres, y que en distintas épocas fueron atacadas cuatro personas, de las cuales, de las que dos fueron reconocidas por la comisión en el campo; una ha muerto, y otra existe, curándose, en la ciudad; que tres de ellas habitaban la casa principal, conocida con el nombre de Monte de Castro, y la cuarta en una choza a distancia de tres cuadras de ella.
Sobre las causas de la epidemia, la comisión, expuso; que a distancia de cuatro cuadras al Sur de la casa llamada de Campana, se mata casi diariamente un número considerable de yeguas para la fabricación de su aceite; que extraído éste, se abandonan todos los demás despojos en el campo, los que pudriéndose libremente despiden un olor nauseabundo e intolerable, que se deja sentir a distancias considerables, y que tal es en su juicio la causa de la epidemia, pues ella misma la suele producir en la Europa especialmente en el medio día de la Francia, que de tiempo en tiempo es asolada por esta plaga terrible; que la escasez de aguas de la presente estación secados todos los puntos donde el ganado bebía, lo obliga a recostarse sobre las márgenes de un arroyo permanente, que corre a corta distancia del foco de infección, y que obrando este sobre muchos individuos a la vez, su acción es más segura; que por otra parte ella es reforzada por el matadero que está a espalda del pueblo de San José, que absolutamente carece de policía; que por último la remoción de estas causas haría cesar la epidemia que recién principiaba. El gobierno dio por medio de la policía las órdenes convenientes a este efecto, y el mal se ahogó en su cuna. La enfermedad ha desaparecido totalmente.
Hasta la próxima, Arq Luis Romo.
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-.De Años Viejos y Años Nuevos.-

Tanto desde el punto de vista astronómico como del agrícola, enero es el peor tiempo para comenzar simbólicamente un ciclo agra­rio o Año Nuevo. El sol no se encuentra en un lugar adecuado del cielo, como ocurre en los equinoccios de primavera y otoño y en los solsticios de invierno y verano,los cuatro acontecimientos solares que ponen fin a las estaciones. El traslado de este día sagrado se inició con los romanos.
Según su antiguo calendario, los romanos consideraban el 25 de marzo, comienzo de la primavera, como el primer día del año. Sin embargo, los emperadores y los altos funcionarios alteraron repeti­damente la longitud de meses y años para ampliar el tiempo de sus mandatos. Las fechas del calendario guardaban tan poca sincroniza­ción con los hitos astronómicos en e! año 153 a.C., que para fijar con seguridad numerosas ocasiones de tipo público el Senado ro­mano declaró el 1 de enero primer día del año. A continuación se produjeron nuevas alteraciones de fechas, y para iniciar de nuevo el calendario, el 1 de enero, en el año 46 a.C., Julio César tuvo que prolongar el año hasta 445 días, por lo que se conoce en la historia como “Año de la Confusión”. El nuevo calendario creado por César fue llamado, en su honor, calendario juliano.
Después de la conversión de Roma al cristianismo en el siglo IV, los emperadores siguieron organizando celebraciones de Año Nuevo. Sin embargo, la naciente Iglesia abolió todas las prácticas paganas (es decir, no cristianas), y por tanto condenó estas festividades como es­candalosas y prohibió a los cristianos su participación en ellas. A me­dida que la Iglesia consiguió conversos y poder, planificó estratégica­mente sus propias fiestas para competir con las paganas, en muchas ocasiones aprovechándose de su popularidad. Para rivalizar con la fiesta de Año Nuevo, el 1 de enero, la Iglesia estableció su propia fes­tividad en la misma fecha, la Circuncisión del Señor, que todavía ob­servan católicos, luteranos, episcopalianos y numerosas Iglesias orto­doxas de Oriente.
Durante la Edad Media, !a Iglesia se mantuvo tan hostil al antiguo Año Nuevo pagano, que en las ciudades y países predominantemente católicos esta celebración desapareció por completo, Y cuando perió­dicamente volvía a resurgir, quedaba relegada al olvido en poco tiempo y casi en todas partes. En cierta época, durante la Baja Edad Media. desde el siglo XI al XIII, los británicos celebraban el Año Nuevo el 25 de marzo, los franceses el domingo de Pascua, y los italia­nos el día de Navidad, que era entonces el 15 de diciembre; sólo en la Península Ibérica se observaba el 1 de enero. La aceptación general de esta fecha sólo data de los últimos 400 años.
Hasta la próxima,
Arq. Luis Romo.
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